Espacios de Meditación: Volver al Presente

Una práctica para calmar la mente, habitar el cuerpo y reconectar con lo esencial

La meditación es una práctica ancestral que invita a entrenar la mente y expandir la conciencia para volver al momento presente. Nos ayuda a soltar pensamientos repetitivos, conectar con nuestro interior y cultivar una mayor claridad emocional. Aunque nace en tradiciones espirituales de Asia, hoy es una herramienta universal, accesible para todas las personas que buscan bienestar y equilibrio en su día a día.

Beneficios de la Meditación 🧡

Reduce los efectos del estrés
Aumenta el autoconocimiento
Mejora la atención y la concentración
Potencia la memoria y las funciones cognitivas
Contribuye a mejorar el estado de ánimo

🌿Primeros pasos para meditar: consejos y tips de Manay

Busca un lugar tranquilo

Encuentra un espacio donde puedas estar en calma, sin interrupciones. No necesitas que sea perfecto, solo que te haga sentir seguro y contenido. Puede ser un rincón de tu casa, con una vela, una manta o una planta cerca.
Siéntate cómodo, pero presente

No necesitas sentarte en flor de loto. Puedes estar sobre un cojín, una silla o incluso acostada si es más cómodo. Lo importante es que tu postura te permita estar relajada, pero atenta.
Cierra los ojos y respira

Lleva tu atención a la respiración. No la cambies ni la fuerces. Solo obsérvala: cómo entra, cómo sale. La respiración es tu ancla al momento presente.
Deja que la mente se mueva… y vuelve con amor

Es normal que aparezcan pensamientos. No estás haciendo nada mal. Solo obsérvalos y vuelve con suavidad a tu respiración. Cada vez que vuelves, estás meditando.
Empieza de a poco, sin exigencias

Tres minutos al día son suficientes para comenzar. La constancia es más poderosa que la duración. Con el tiempo, tu mente y tu cuerpo empezarán a pedir más.
Cierra con gratitud

Cuando termines, respira profundo, mueve suavemente tu cuerpo y abre los ojos. Agradece ese momento contigo. Cada práctica es un regalo que te das.

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No necesitas sentarte en flor de loto. Puedes estar sobre un cojín, una silla o incluso acostada si es más cómodo. Lo importante es que tu postura te permita estar relajada, pero atenta.

Lleva tu atención a la respiración. No la cambies ni la fuerces. Solo obsérvala: cómo entra, cómo sale. La respiración es tu ancla al momento presente.

Es normal que aparezcan pensamientos. No estás haciendo nada mal. Solo obsérvalos y vuelve con suavidad a tu respiración. Cada vez que vuelves, estás meditando.

Tres minutos al día son suficientes para comenzar. La constancia es más poderosa que la duración. Con el tiempo, tu mente y tu cuerpo empezarán a pedir más.

Cuando termines, respira profundo, mueve suavemente tu cuerpo y abre los ojos. Agradece ese momento contigo. Cada práctica es un regalo que te das.